"CHUSPINI VALLE SAGRADO DE OYOLO"
Distrito de Oyolo,Paucar del Sara Sara, Ayacucho, Perú.
Autor : EDUARDO MAXIMILIANO NARREA HUAMANI. Escritor, empresario ganadero escribe en Cronicas Ayacuchanas un abrazo de peruanidad; Cronicas Ayacuchanas , educando en valores; es director de ecologia de E-magister de españa; desde Houston Texas, "La capital energetica del mundo"
Autor : EDUARDO MAXIMILIANO NARREA HUAMANI. Escritor, empresario ganadero escribe en Cronicas Ayacuchanas un abrazo de peruanidad; Cronicas Ayacuchanas , educando en valores; es director de ecologia de E-magister de españa; desde Houston Texas, "La capital energetica del mundo"
Nombre literario : " EL CACIQUE DE LOS ANDES"
Tomado del libro: "VICTOR, ARRIERO DE LOS ANDES" que es un libro de los arrieros oyolinos que le dan grandiosidad al Perú y a los arrieros de los Andes de América.
Dedicatoria : A mi madre Catalina Huamaní Alata viuda de Narrea, al cumplir sus ochenta años.
Chuspini es un paisaje literario, es un fresco enclavado en medio de los Andes, es una acuarela que lo pensó Víctor en su imaginación y lo pintó en un lienzo inmenso con imágenes ecológicas vivas en una quebrada gigantesca llamado Chuspini, lo hizo realidad usando sus manos toscas y calludas, limpió muchas malas hiervas del campo para sembrar árboles frutales y movió muchas rocas construyendo andenes con la ayuda de sus peones .
No quedo en la imaginación etérea del artista, lo hizo realidad con mucho trabajo y esfuerzo de muchos años, él decía: - me a costado sudor, lágrimas y sangre - allí asentó su pequeña ganadería lechera y trajo muchas variedades de plantas producto de sus viajes de arriero, siempre estuvo pensando y ejecutando el mejoramiento de esa profunda quebrada en medio de los Andes que llegaba hasta las riveras del río que tiene un ecosistema calido y primaveral durante todo el año.
En este pequeño paraíso se produce el efecto invernadero y muchas plantas que se producen en tierras calidas estaban allí sembradas, era el orgullo de Víctor y de su esposa y el su tesoro mas grande eran sus hijos que vivieron cuando niños en esa quebrada, era el hogar del arriero Víctor que tenía varias hijas y ellas eran las pequeñas princesas y todas las hermanas se bañaban desnudas en una piscina de piedras empotradas que era un almacén de agua que había construido Víctor cerca de su casa para el almacén de agua para su ganado, trajo el agua desde muy lejos uniendo a presión las cañas de bambú y amarrando con lianas las cañas que fueron perforadas con una barreta y se produjo el milagro, trajo el agua dulce desde una laguna, que estaba a una distancia de mas de mil metros de su casa.
Esta obra hidráulica lo recordaba Máximo mi padre ( Máxicha como yo le decía ) y en broma le decía a mi madre que ellas corrían como viscachas que son los conejos silvestres cuando llegaba gente a visitarlos y todas las pequeñas amazonas encueradas y desnudas corrían a esconderse al monte y después de vestirse y peinarse iban en grupo a su casa a confraternizar con las visitas. Un clima tropical en medio de los andes es un microclima extraordinario para sembrar plantas y frutales de costa , por ese motivo esas tierras siempre fueron codiciadas por algunos que envidiaban sus cosechas y mucha gente iba en plan de visita para comprar algunos productos frutales como: higos negros y blancos, aceitunas, duraznos, uvas, zapallos, zapallitos chinos , calabazas, tunas, membrillos, choclos, y tenían muchos cuyes y gallinas y estas muchas veces aparecían con sus pollitos del monte, uno de los sirvientes de Víctor un viejito español llamado Don Sebastián Retamozo ( de barba blanca y ojos azules) padre de los peones que trabajaban en los campos de Chuspini, era un trabajador de Don Víctor desde un inicio.
Esta obra hidráulica lo recordaba Máximo mi padre ( Máxicha como yo le decía ) y en broma le decía a mi madre que ellas corrían como viscachas que son los conejos silvestres cuando llegaba gente a visitarlos y todas las pequeñas amazonas encueradas y desnudas corrían a esconderse al monte y después de vestirse y peinarse iban en grupo a su casa a confraternizar con las visitas. Un clima tropical en medio de los andes es un microclima extraordinario para sembrar plantas y frutales de costa , por ese motivo esas tierras siempre fueron codiciadas por algunos que envidiaban sus cosechas y mucha gente iba en plan de visita para comprar algunos productos frutales como: higos negros y blancos, aceitunas, duraznos, uvas, zapallos, zapallitos chinos , calabazas, tunas, membrillos, choclos, y tenían muchos cuyes y gallinas y estas muchas veces aparecían con sus pollitos del monte, uno de los sirvientes de Víctor un viejito español llamado Don Sebastián Retamozo ( de barba blanca y ojos azules) padre de los peones que trabajaban en los campos de Chuspini, era un trabajador de Don Víctor desde un inicio.
A Chuspini había que colonizarlo, había que domar al potro salvaje, pero no se cumplió el dicho popular que dice que -al potro que lo dome otro- , fue la pujanza y esmero de Víctor el que lo realizo , su mas grande anhelo cumplido, fue su obra maestra mas importante, en medio de las rocas de inmensas montañas, y algunas familias enteras trabajaron con Víctor para hacer un paraíso, y Don Sebastian andaba con su bastón de madera de chonta y llamaba huaypera (gallinera) a la niña Catalina, solamente ella podía ingresar por una puerta pequeña que había construido Don Sebastian, el corral era muy seguro y de esta forma cuidaban de las gallinas para que el zorro no ingrese a llevarse las gallinas de noche, y ella en una canasta recogía los huevos que eran para vender en el pueblo y también para dar de comer a los peones que estaban construyendo los andenes, el viejito los hacia hervir en una olla de barro en una braza de leña y entregaba los huevos sancochados a Doña Saturnina, además era el encargado de cuidar las gallinas que eran mas de cien , y ellas de día andaban sueltas y eran las encargadas de limpiar las parcelas de grillos, gusanos de tierra, larvas de mariposas.
El viejo sentado en una silla de sauce que el mismo construyo desgranaba el maíz para ellas y por las tardes las llamaba para guardarlas en el gallinero porque de noche podría llegar el zorro a llevárselas y cuando los campos estaban sembrados no soltaba las gallinas porque podrían malograr los sembríos, sobretodo los ápices de las nuevas plantas, pero después de las cosechas ellas eran las que realizaban el rastrojo. El zorro de los andes como todo animal salvaje baja por las noches a husmear y buscar alimento para sus crías de camada y siempre le robaba las gallinas a Víctor por eso tenia un encargado especial para ellas. Don Sebastian era el encargado de almacenar las mazorcas de maíz seco para las gallinas y también las ponía en canastas los huevos frescos que Doña Saturnina llevaría al pueblo a venderlos, -no se olvide Don Víctor de traerme en su próximo viaje dos sacos de conchuelas para las gallinas, ya que algunos huevos están saliendo algo blandos porque les debe faltar calcio, y la producción de huevos era muy buena, y el viejito marcaba las gallinas con unos lacitos de colores en las patas y así sabia la edad de las gallinas, y no las tenía mas de dos años, todas las hacia vender y siempre se quedaba con las pollonas mas jóvenes y de esta forma tenia una buena postura y la niña huallpera recogía huevos todos los días y él decía que si ponen setenta huevos diario ya es un record (setenta por ciento de postura es un buen índice en las granjas mas tecnificadas) porque en el campo abierto las gallinas comen muchos insectos y estos le dan buenas proteínas a su cuerpo y las yemas de los huevos son bien rosaditas porque ellas comen las puntas de los pastos y tréboles que colorean las yemas, los picos y tarsos. Don Víctor alegre de ver tantos huevos juntos decía:- que en Chuspini que todo el tiempo es primavera hasta un plumero puede poner huevos- y muy contento recogía los víveres que Doña Saturnina cambiaba usando el trueque como medida de cambio, - no te olvides Saturnina de pedir al tendero dos botellas de cañazo para hacer el batido- y también mis galletas de agua para llevármelas en mi próximo viaje.
Todo el pueblo consumía la producción de las gallinas de Víctor porque Algunos huevos eran de dos yemas, estaban frescos y los huevos eran rosados como a la gente le gustaba. El cacarear de las gallinas nos da un índice del color de los huevos y Don Víctor decía que las gallinas que cacarean Cook, Cook, Cook ponen huevos rosados y no estaba lejos de la realidad.
En una oportunidad al mover unas pacas de heno de alfalfa que estaban guardadas en el almacén que eran para las vacas lecheras, corrió un ratoncito y una de las gallinas que andaba suelta, corrió lo alcanzo, abrió el pico muy grande y se trago al ratoncito para digerirlo en el buche, ese día la huaypera que vio toda la escena no pudo comer el huevo sancochado que su mamá le estaba dando a la hora del almuerzo, tenia muy fresco en la memoria el suceso espectacular que había visto. – ¡Mamá, no puedo comer el huevo sancochado, se me pone la piel de gallina ¡-, y lo contaba a sus hermanas y ese día nadie comió huevo sancochado.
El viejo sentado en una silla de sauce que el mismo construyo desgranaba el maíz para ellas y por las tardes las llamaba para guardarlas en el gallinero porque de noche podría llegar el zorro a llevárselas y cuando los campos estaban sembrados no soltaba las gallinas porque podrían malograr los sembríos, sobretodo los ápices de las nuevas plantas, pero después de las cosechas ellas eran las que realizaban el rastrojo. El zorro de los andes como todo animal salvaje baja por las noches a husmear y buscar alimento para sus crías de camada y siempre le robaba las gallinas a Víctor por eso tenia un encargado especial para ellas. Don Sebastian era el encargado de almacenar las mazorcas de maíz seco para las gallinas y también las ponía en canastas los huevos frescos que Doña Saturnina llevaría al pueblo a venderlos, -no se olvide Don Víctor de traerme en su próximo viaje dos sacos de conchuelas para las gallinas, ya que algunos huevos están saliendo algo blandos porque les debe faltar calcio, y la producción de huevos era muy buena, y el viejito marcaba las gallinas con unos lacitos de colores en las patas y así sabia la edad de las gallinas, y no las tenía mas de dos años, todas las hacia vender y siempre se quedaba con las pollonas mas jóvenes y de esta forma tenia una buena postura y la niña huallpera recogía huevos todos los días y él decía que si ponen setenta huevos diario ya es un record (setenta por ciento de postura es un buen índice en las granjas mas tecnificadas) porque en el campo abierto las gallinas comen muchos insectos y estos le dan buenas proteínas a su cuerpo y las yemas de los huevos son bien rosaditas porque ellas comen las puntas de los pastos y tréboles que colorean las yemas, los picos y tarsos. Don Víctor alegre de ver tantos huevos juntos decía:- que en Chuspini que todo el tiempo es primavera hasta un plumero puede poner huevos- y muy contento recogía los víveres que Doña Saturnina cambiaba usando el trueque como medida de cambio, - no te olvides Saturnina de pedir al tendero dos botellas de cañazo para hacer el batido- y también mis galletas de agua para llevármelas en mi próximo viaje.
Todo el pueblo consumía la producción de las gallinas de Víctor porque Algunos huevos eran de dos yemas, estaban frescos y los huevos eran rosados como a la gente le gustaba. El cacarear de las gallinas nos da un índice del color de los huevos y Don Víctor decía que las gallinas que cacarean Cook, Cook, Cook ponen huevos rosados y no estaba lejos de la realidad.
En una oportunidad al mover unas pacas de heno de alfalfa que estaban guardadas en el almacén que eran para las vacas lecheras, corrió un ratoncito y una de las gallinas que andaba suelta, corrió lo alcanzo, abrió el pico muy grande y se trago al ratoncito para digerirlo en el buche, ese día la huaypera que vio toda la escena no pudo comer el huevo sancochado que su mamá le estaba dando a la hora del almuerzo, tenia muy fresco en la memoria el suceso espectacular que había visto. – ¡Mamá, no puedo comer el huevo sancochado, se me pone la piel de gallina ¡-, y lo contaba a sus hermanas y ese día nadie comió huevo sancochado.
Escrito en Houston, Texas. La cuna de la ganaderia americana para los ganaderos ayacuchanos, derechos de Autor: Chifú, El Cacique de los Andes.
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